Los alimentos orgánicos promueven un suelo más fértil – La Mejor Arizona
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El cuidado del suelo, al igual que el del agua, es fundamental para que el ser humano tenga garantizado el acceso a los alimentos. Esto, a pesar de que pueda parecer de sentido común, desgraciadamente comienza a olvidarse por buena parte de la industria agrícola, pues ha comenzado a atentar contra la fertilidad de los suelos en los que se siembran y cosechan los alimentos que terminan en la mesa de millones de personas alrededor del mundo.

A pesar de que este sea un tema debatido por protectores medioambientales y grupos ecologistas, la realidad es que falta mucho para que el consumidor promedio se entere de la importancia de conocer las condiciones bajo las cuales la agricultura convencional y transgénica obtiene sus cosechas a costa de un daño irreparable al ecosistema. Por ello, en este artículo se abordarán las razones por las cuales, especialmente si se es diabético, el consumidor debe interesarse en la salud de los suelos en los que se cosechan los alimentos que ingiere pues, como se verá más adelante, todo empieza y termina en el suelo, y de romperse el equilibrio que permite a la tierra gozar de los nutrientes necesarios, la cadena alimenticia de la cual se beneficia el ser humano estará severamente amenazada.

La base de la cadena alimenticia: el suelo

Para asegurarse de entender la vital importancia de la salud y fertilidad de los suelos como base en el proceso de la cadena alimenticia se tiene que partir por comprender el concepto clave: red alimentaria. A pesar de que durante mucho tiempo en las escuelas y colegios se enseñó a concebir como una cadena las relaciones que establecen distintos organismos que se comen los unos a los otros, la realidad es que la mayoría de los miembros de esa cadena no comen una sola cosa, sino que su alimentación es comprendida por distintos tipos de organismos —como en el caso del ser humano—, de ahí que sea mejor verla más como una red que como una cadena.

Ahora bien, esta compleja red de relaciones alimentarias comienza en el suelo con la serie de insectos, lombrices y demás organismos mucho más pequeños, como las bacterias y hongos, que se encargan de descomponer la materia orgánica y de liberar los nutrientes de manera que las plantas puedan acceder a estos. En otras palabras, es a través del equilibrio de estos organismos que las plantas pueden desarrollarse y formar ecosistemas tan complejos y variados que van desde bosques y selvas hasta campos de cultivo.

Los peligros de la erosión

Existe, sin embargo, una amenaza que pone en riesgo esta delicada red de relaciones alimentarias: la erosión. A grandes rasgos, esta se define como la sustracción de los nutrientes de la capa superior del suelo a causa de la acción del agua o del viento, es decir, a causa natural del desarrollo del ecosistema. Sin embargo, también puede ocurrir por obra de la mano del hombre, quien puede llegar a acelerar este proceso hasta 1000 veces con la deforestación, el pastoreo excesivo, los cambios inadecuados del uso de la tierra o la explotación de las tierras por obra de la labranza y la agricultura excesiva. Ahora bien, a pesar de que en teoría la extensión de tierra que hay en el planeta es inmensa, no se puede olvidar que los nutrientes y las condiciones que se requieren para que sea fértil y sea posible la siembra y cultivo de alimentos, vuelve a las tierras de cultivo un recurso finito.

Lo preocupante de la situación es que, de acuerdo con el Simposio Mundial sobre la Erosión del Suelo, llevado a cabo en 2015 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), las tasas de erosión actualmente son mucho más altas que las de formación de suelo. Y aunque, en primera instancia se crea que la erosión del suelo solo daña la productividad de la agricultura —que puede llevar a una pérdida de hasta el 50% en el rendimiento de los cultivos—, la realidad es que esta es solo una de las caras del problema. Por ejemplo, de acuerdo con este mismo simposio la erosión del suelo también:

  1. Degrada las funciones de los ecosistemas.

  2. Amplifica el riesgo hidrogeológico, como los deslizamientos de tierra o las inundaciones.

  3. Daña la infraestructura urbana.

  4. Causa pérdidas significativas de biodiversidad.

  5. En el peor de los escenarios, conduce al desplazamiento de las poblaciones humanas.

Y esto no es todo, la erosión del suelo también daña la acumulación de agua en los mantos acuíferos, pues puede afectar la infiltración, el almacenamiento y el drenaje del agua en el suelo.

La pérdida de suelo fértil es alarmante

Como se dijo anteriormente, el suelo es la base sobre la cual se lleva a cabo el primer intercambio de la red alimenticia responsable del resto de interacciones entre los organismos vivos. Este proporciona nutrientes, agua y minerales para las plantas y los árboles; además, almacena carbono y nitrógeno, y es el hogar de millones de insectos y microorganismos claves para el desarrollo de la vida. Sin embargo, tal como lo menciona la FAO, la cantidad de suelo fértil alrededor del mundo ha disminuido a niveles verdaderamente alarmantes y, desde el punto de vista de organizaciones como esta, se ha puesto en peligro incluso la capacidad de alimentar a la población mundial en un futuro en el que, de acuerdo con las previsiones, sean 9 mil millones los habitantes del planeta tierra para el año 2050.

Por todo esto es que se ha llamado a distintos mandatarios a buscar regulaciones en las condiciones bajo las cuales la agricultura convencional y la agricultura transgénica llevan a cabo sus cultivos. Y es que se calcula que buena parte del daño a la fertilidad de la tierra tiene que ver con la sobreexplotación y las prácticas poco éticas de estas 2 industrias que controlan prácticamente el 90% de la agricultura. Se destacan, por supuesto, el empleo de químicos y fertilizantes altamente tóxicos para el microbioma del suelo, y la práctica del monocultivo que termina extrayendo los nutrientes superficiales del suelo, entre muchas otras.

Pero ¿es todo esto algo que deba importarle al diabético?, ¿no es acaso un tema que se escapa por completo de sus manos? No hay que olvidar que desde el Naturismo Integral se persigue la búsqueda de una vida sana como el resultado de una armonización de las 4 Naturalezas que componen la existencia del ser humano y, en tanto que esta incluye la Naturaleza que nos rodea, es fundamental entender que el bienestar del ser humano depende de una relación armónica con su entorno, pues es la Madre Naturaleza la que le provee de los recursos y las herramientas para vivir en salud.

Es ilógico pensar que puede existir una sociedad que abuse de la naturaleza sin tener consecuencias graves para la salud y el bienestar del ser humano. Por ello, no es de extrañar que en la medida en que se daña al ecosistema, miles de millones de personas alrededor del mundo vean afectada su salud como consecuencia. Ahora, solo hay que pensar en que, si esto ocurre con un ciudadano “sano”, ya se podrá imaginar cómo se ve afectado quien ya tiene algún padecimiento, como la diabetes. He ahí la importancia de que el diabético consciente también se interese por la preservación y el cuidado de su entorno, y esto solo se consigue por medio de un aumento en su nivel de consciencia, algo que trae la educación y que la Ezequiel Montaño Academia de Naturismo Integral (EMANI) también busca fomentar. Por esto, en EMANI siempre se recomienda el consumo de alimentos orgánicos, pues estos no solo son más ricos, saludables y nutritivos, sino que, como se ha visto a lo largo de este artículo, y otros más en diversas ediciones de esta revista, este tipo de alimentos también cuidan al ecosistema.